lunes, 19 de enero de 2009

VÍA FERRATA DE LES AGULLES RODONES

El despertador suena a las ocho menos cuarto, pero cuesta levantarse... Casi una hora después, más tarde de lo previsto, Xavi y yo bajamos al portal y nos reunimos con Carlos. Subimos al coche, y en marcha: vamos al pueblo de Solius, cerca de Santa Cristina d'Aro (Girona), para subir la vía ferrata de les Agulles Rodones. ¡Tenemos suerte, hace sol y la temperatura es buena!

Para llegar hasta ella debemos tomar como referencia la carretera C65, que lleva de Llagostera a Sant Feliu de Guíxols. A la altura del kilómetro 5 tomaremos el desvío hacia Solius (carretera GIV-6611). Seguiremos por esta carretera comarcal, y al llegar a la altura de una masía (Mas Pla), que veremos a la derecha, tomaremos una pista de tierra que sale a la izquierda. La primera bifurcación la tomaremos a la derecha, la segunda a la izquierda, pasaremos la masía de Can Llauradó, y justo tras superar por la derecha una tercera bifurcación, aparcaremos el coche. Desde aquí, seguimos a pie por la pista, el sendero PRC 102. Lo seguiremos en dirección a Els Carcaixells, cruzaremos una riera y ascenderemos hasta encontrar un desvío a la izquierda, marcado con pintura azul, que nos llevará al inicio de la vía.














A pie de vía, nos equipamos sin dejar de mirar la escalera que inicia el recorrido: ¡ha sido cortada! Esperemos que el resto del equipamiento esté en condiciones... Llega otro grupo, más numeroso, así que vamos tirando y empezamos a subir la primera aguja, l'Agullola: se supera mediante un tramo vertical que finaliza en un puente de 25 metros.































Por el puente accedemos a la segunda aguja, l'Agulla del Llom: tras ascender por escalones y cadenas, encontramos un flanqueo aéreo y tras él, una cuerda nos ayuda a subir hasta un nuevo puente, esta vez de 9 metros.





















































Superado el puente, estamos en l'Agulla de la Torre. El tramo es corto, pero técnico y deportivo por ser extraplomado: un flanqueo y unos escalones nos llevan a una repisa, desde la que debemos hacer un rápel de 15 metros para continuar. Éste nos deja en otro tramo de cable, por el que seguimos en un flanqueo aéreo. Luego subiremos para montar otro rápel.


























































Tras él, nosotros tomamos un tramo en descenso que nos lleva a otro puente tibetano, cambiando a l'Agulla del Tetó.
Después, otro puente más: esta vez fraccionado en dos y por encima de un árbol, que nos pasa a l'Agulla Petita. En lo alto superaremos un pequeño puente de 2 metros, sin cable para los pies, en el que hay que dar un paso largo... Volvemos a estar en l'Agulla de la Torre. De nuevo arriba, bajamos rapelando.









































P
aramos para comer algo en lo alto de una de las agujas. Después de disfrutar de las vistas y contarnos algunas batallitas, seguimos por el siguente tramo. Ojo aquí: hay que seguir el PRC 102, con algún tramo de cadena incluido, hasta encontrar un punto azul y un rápel que nos devuelve a la vía: estamos en l'Agulla de Roca Llisa. El rápel nos deja en un tramo corto pero intenso: un flanqueo primero, y un tramo en descenso después, nos conducen a una instalación de rápel en una zona extraplomada, con salida volada.
























El rápel nos lleva al camino de les Carboneres, por el que
más abajo se enlaza con el siguiente tramo de vía, el de l'Agulla "el Central". Nosotros lo dejamos aquí, porque ya eran las cuatro y media y no sabíamos exactamente cuánto quedaba de vía. Y sin frontales, no era cuestión de acabar de noche... En los libros que tenemos ésta es la última aguja equipada, pero el equipador de la vía, Albert Gironès, tenía intención de instalar otras cuatro más.

Así, continuamos camino de les Carboneres abajo, pero como nunca podemos hacer las cosas a la manera fácil, llegados a una bifurcación continuamos torrente abajo. Al principio está bastante abierto, pero luego... En definitiva, seguimos el torrente por entre la vegetación, a veces bastante cerrada, y finalmente salimos al camino de acceso, por el que volvimos al coche. Eso sí: ¡en el torrente había señales de que no éramos los primeros que pasábamos por allí! Lo suyo es no abandonar nunca las marcas del PRC y seguir el camino trazado...